Los espectadores vestidos de naranja bajo el techo del Minute Maid Park explotaban en algarabía. El tren sobre la calle de Crawford silbaba. Alrededor del infield, una pequeña horda de jugadores jubilosos se convirtió en una gran celebración.
Por segunda vez en la historia de la franquicia, los Houston Astros son campeones de la Serie Mundial. Esta vez, la novena lo ganó frente a sus animados aficionados y en el corazón de Texas.
Esa parte era novedosa, pero lucía familiar. Por tercera vez en cuatro temporadas, el calendario de Major League Baseball terminó en Houston. Los dos títulos de Astros han llegado en un lapso de seis temporadas, con el primero, el infame campeonato de 2017. En cada campaña entre ese título y éste, Astros avanzó al menos a la Serie de Campeonato de la Liga Americana, impulsando su racha de apariciones en esa ronda a un número increíble, seis.
Bajo estos hechos simples, surge una pregunta obvia: ¿estamos viendo a la dinastía más joven del beisbol?
"No creo que nos veamos así", dijo José Altuve, en el terreno de juego tiempo después del último out. "Simplemente, nos vemos como un equipo que se preocupa por ganar, que sale y juega fuerte y cuando funciona, es como esta noche".